Sin duda la estancia en Ehijd ha sido la más especial.
La isla, nos la recomendó una chica española que nos encontramos en Yoff. A ella también se lo habían recomendado y nos lo contó casi como un secreto. Es más, la isla no aparece en los mapas ni en las guías que llevamos.
Nos dio el teléfono de Loui, un senegalés que habla castellano y que nos vino a buscar en piragüa a Elinkine. Habíamos quedado a las 10h y aunque nos llamó para avisar de su retraso llegó a las 11h y nos dijo que si no nos importaba, tenía que ir a hacer unas compras. Salimos a las 13h.
No pasa nada, ya nos hemos acostumbrado, aquí no hay prisa. Que diferente hubiera sido esta situación en España ¿verdad?
El campamento es una delicia, acceso directo desde la playa por un camino rodeado de flores, amplias habitaciones con 3 camas, mosquitera, WC privado, electricidad, porche con mesas y sillas para descansar y limpio, muy limpio. El precio, al cambio 7,5 €/pax, unos 15 € la habitación por noche y un trato excepcional.
Campament Bouhadjitol, Ehijd. Casamance (Senegal)
Tél. 00 221 77 65 30 340
Como agradecimos llegar y podernos dar una ducha. Ahora en Senegal, es época de lluvias y menuda nos cayó cuando íbamos en la piragüa camino de la isla.
Poco más podíamos hacer con la lluvia así que nos dedicamos a no hacer nada.
En la choza que tienen a modo de restaurante estuvimos charlando con Loui y con el jefe del campamento (que no recuerdo el nombre) chapurreando francés, diola y castellano y a las 20h Ana nos sirvió la cena.
Al día siguiente ya veríamos que hacer, según Loui dependía de nosotros, el estaba a nuestro servicio y si nosotros felices, el feliz.
Amaneció llovizneando pero aprovechamos el momento que descampó para salir a dar un paseo por la isla, por "le brousse". Allí, fuimos testigos de un gran hallazgo arqueológico: Descubrimos el sitio donde Cristo perdió la zapatilla.
Al final salió el sol,
Loui nos llevó a modo de regalo a la isla vecina (
Wendaye) para que conociéramos como cultivan la tierra. Aquí viven fundamentalmente del arroz.
Estuvimos paseando por los arrozales y viendo a los hombres cultivar y a las mujeres plantar el arroz.
Como se reía Loui al vernos caminar por los arrozales. Un mal paso y te ibas al agua. Nos decía que no teníamos que mirarnos a nuestros pies sino que había que mirar al frente, fijar la vista un poco más lejos y que nosotros no estamos acostumbrados a ir sin chanclas.
Lo que si fue un regalo fue poder compartir la comida con los hombres que estaban trabajando.
Todos comiendo del mismo plato, de menú: arroz con bissap y pescado.
Nos cedieron un bidón de asiento porque mira que es cansado comer en cuclillas. También nos dieron una cuchara pero yo, allí donde fueres haz lo que vieres, así que a comer con la mano, que en España no me dejan J
Loui muy amable nos cortaba trozos de pescado, le quitaba las espinas y nos lo ponía en nuestro lado para que comiéramos.
Después de comer visitamos la Isla de los Pájaros donde había pelícanos, garzas y ya media vuelta a nuestro campamento a echar la siesta como dios manda, y menos mal, porque menuda tormenta cayó. Acojonada estaba con los truenos y los relámpagos.
El jefe del campamento a la hora de irnos a dormir me decía: no miedo Laura, no boom boom.
Dicen que La Casamance es un territorio problemático y las guías te plantean la cuestión de ir o no.
Sin duda nosotros lo recomendamos al 100% El viaje en sept place de 12 horas se ha compensado.
Es un lugar muy tranquilo, la gente es muy amable, cada uno va a lo suyo y no te acosan al verte como hacen en Dakar. Merece la pena ir.